10 de diciembre de 2016

Noviembre



« Te escribo para decirte que te libero de mi,
vamos, te "amputo" de mi, se feliz
y no me busques jamás »
- Frida Kahlo


Verás, tengo que decírtelo,
esta noche en vez de encima
voy a dormir bajo la cama;

con mis monstruos.


Te prometo que no eres tú, son ellos,
que llevan un mes arañandome la nuca
mientras me aprisionas entre tus brazos
y ya no se qué cojones hacer para
seguir reteniendo la sangre.


Lo he intentado todo:
cerrar los ojos muy fuerte,
besarte,
tocarte,
tocarme,
no pensar en ella:

no es real

              no es real

pero entonces tus manos calientes
chocan con mis mejillas frías,
y te miro,
y empiezo a escuchar lentamente
como caen,
una a una.

Sólo en la primera noche
ya me di cuenta, cariño, 
de que tu rock&roll y el mío 
nunca iban a aprender 
a sonar juntos,
y sonar bien.


Te prometo que me vi trepando por tu espalda
y agarrándote del pelo
mientras te comía la boca,

pero entonces me mirabas

y no me sostenías los miedos

ni tus ojos me gritaban
que querían perderse en mi vida,
así que me convertía en una niña pequeña,
asustada,
huyendo de un monstruo
que era solo mío,
en lugar de preguntarle su nombre,
dedicarle una sonrisa,
e invitarle a vivir en mi armario.


Verás, siempre he tenido fama de cobarde,
a estas alturas sería injusto
que me conocieras por otra cosa.
Así que adiós,
lárgate,
esta guerra no te pertenece.


No voy a dejar que seas otro cuerpo caído
en una historia que,
desde el principio,
solo ha tenido dos nombres.



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2 de octubre de 2016

Octubre





Vendrán otros
y cuando me toquen
te tocarán también a ti.

Que te dedicaste a clavar dentro
de cada maldita entraña
palabras que sumándolas todas
siempre daban cero como resultado.

Que disfrutaste paseando por mis venas
como en un laberinto sin salida
tres años consecutivos,
abriendo puertas donde te parecía oportuno.

Que te creí solución
con los ojos cerrados
y al abrirlos cada mes
me tocaba nadar con más fuerza
entre tanta ruina y tantos cristales rotos.



Vendrán otros
y saborearán besos estancados
que en noches de verano
tuvieron tus iniciales.
Y mis manos acariciarán espaldas
y clavarán sus cicatrices en silencio
lanzando maldiciones a tus ojos
que no serán los que me estén mirando de frente.


Te digo que vendrán otros
y tendrás que soportar
sentir sus caricias
por mis caderas.

Tendrás que quedarte mirando
como me dejo querer
por otras manos que nunca jamás
volverán a tener la posibilidad de ser las tuyas.



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Las hojas de otoño me recuerdan
que Octubre ha llegado
para dejarme respirar,
que Septiembre se ha ido lejos,
y que tú ya te has largado por completo
cogiéndole de la mano.

Que Octubre ya ha llegado
y me advierte
que siga afilándome las uñas,
que salga a la calle y recorra
toda esta maldita ciudad del demonio
dejando tus marcas por las paredes
de quien me deje.



Vendrán otros
y cuando me toquen
se estremecerán de frío
y me preguntarán por qué,
que será como un ¿qué fue de él? encubierto
y les sonreiré con la mirada:


El tiempo siempre pasa y el invierno siempre vuelve, eso es todo.  




23 de agosto de 2016

03:51 A.M




« Si te sientes vacía, grita »



Y se quedó callada,
más callada
incluso
de lo que ya estaba
- en el caso
de que sea posible
ponerle grados
al silencio-.

Le dedicó una mirada casi de desprecio,
con un insulto afilado
escupido en cada pestañeo.

Gritar,
como si a alguien le importase,
como si el ruido fuera a llenarle
por arte de magia
de un poco más de luz
o un poco menos
de oscuridad.


« Ah, claro, se me olvidaba que hablaba contigo 
¿No te agota?
En fin, solo hay que verte la cara.
¿Cuánto tiempo llevas así? 
¿Media vida? »


Suspiró mientras pensaba
por qué narices había vuelto a acudir a ella,
que con su sonrisa de plata
nunca había tenido reparos
en quitarle todo lo que había conseguido
arrancarle una carcajada de sus entrañas
- aun con lágrimas
a punto
de precipitarse al vacío
por vivir en unos ojos
ahogados de esperanza
deshojada por los años
de la misma manera
que se deshojan margaritas -.


« Tus consejos siempre son una mierda »


« Oh, vaya, gracias. Para una vez que hablas te luces, nena. 
Sabes que soy la única que espera a que te duermas 
para mirarte descansar,
calmada y rendida 
ante todas y cada una de tus guerras ¿no? »



Guerras que no existirían
si ella no se hubiese empeñado
en iluminar con su luz blanca
piedras desordenadas,
ruinas,
y las hubiese vestido
con un disfraz de imperio
- de ojos castaños
y pelo moreno -
al que pocas personas
hubieran sido capaces de resistirse.

¿Quién coño se creía que era
para decidir qué noche le apetecía más
venir a iluminarle las sábanas
y de paso quemarle un poco más la vida?

¿Qué necesidad tenía
de seguir escupiéndole en la cara
todos y cada uno de los nombres
de los perdidos
en aquel río de sangre?

Si ya hacía meses que dormía
a pecho descubierto
con la ilusión de que alguien fuera,
se tumbara a su lado,
le acariciara el cabello,
y le clavara una lanza envenenada entre las costillas

Si hacía meses que se excitaba
imaginando que alguien aparecía
a los pies de su cama
y le arrastraba con fuerza
hasta llevarla al armario
obligándole a conocer a sus propios monstruos.

Y después follar,

frente a ellos,

para que no quedase ni la menor duda

de quién mandaba

en esa República.



« Vete a la mierda, guapa. »




1 de julio de 2016

(encontr)Arte




Quiero subirme a tu espalda
y engancharme en tu cuello
y fundirme,
convertirme en lunar,
cicatriz o tatuaje
y trazarme en tu lienzo en blanco.

Pienso empezar por la nuca
porque dentro de mis hobbies favoritos
está el de comerte la cabeza
y observarte mientras finges que me sale bien.

Pero nunca puedo devorarte del todo
no porque me empaches,
no porque te me hagas bola,
no porque algo se me atragante,
sino porque a cada bocado eres orgasmo,
y ni siquiera me dejas completar la fase refractaria
cuando ya me haces querer rasgar el cielo otra vez.

Azul, gris o
de entre mis preferencias,
el de tu boca.



Eres un jodido incoherente
porque me dejas hablar
hasta que te quedas dormido
y entonces escribes sueños
donde yo nunca estoy.
Y te seré sincera,
no quiero que tu inconsciente y yo
iniciemos una relación estable ahora;
me gustan por separado,
me gustan por lo diferentes que son.


Pequeña cabecita de pintor loco,
de músico con trastorno múltiple de personalidad,
de guionista ciego con sinestesia,
no construyas tantos muros alrededor
que quiero ver cómo eres de cerca
y ya no me quedan caballos vivos
ni lanzas lo suficiente afiladas
como para iniciar batallas de conquista.

Pequeña cabecita de pintor loco
deja que ataquen todas tus fronteras.
Deja que te descubran y sientan
que nunca van a tener suficiente.
Deja que te asedien y sientan
que expandir reinos sobre tus omóplatos
es el “caminar sobre el agua” del siglo XXI.


Asumo los riesgos
si lo peor que puede pasar
es quedarme atrapada en tus vértebras
toda la vida.




24 de junio de 2016

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Me haces daño.

Me hace daño verte
y pensar que nunca serás mio.
O que nunca serás tuyo en mis brazos.
Que llega invierno,
como siempre,
y tu no serás quien me haga los dias
un poco más cálidos.

Me hace daño.
Me hace daño pensar que pudimos haberlo tenido todo
y que nuestro todo
acabó siendo nada.
La nada más vacía,
más en blanco, más sin nada.

Me das miedo como me dan miedo
todas las cosas que tienen poder.
Porque tienes poder.
Porque te di poder.
Y en cualquier momento puedes venir
- porque puedes - y sonreirme
y te juro que el mundo se para,
se ralentiza, y todo comienza a verse diferente.

Siempre supiste qué hacer para que viese las cosas diferentes.
Contigo existían todas las perspectivas,
todos los puntos de vista,
todos los cristales por donde mirar.
Me enseñaste que el mundo también puede girar más lento
si se escuchaba desde tus pestañas.
Me obligabas a frenar y a no precipitarme.
Y también me enseñabas a querer parar,

y mirarte.



Y mirarme.







Pero el invierno ha llegado antes de tiempo y no estás
- aunque todavía apareces en mi cama -.
Y pese a que ahora todo parece una película acelerada,
entre cien mil caras serias de ciudad
y de rutina
todavía tengo la esperanza de encontrar la tuya.

Como el minuto después de que te digan
que los reyes magos son los padres,
no me creo que te hayas ido
y que ya no existamos.

No me creo que ya nunca más
vayas a mirarme como quien mira un sueño.

No me creo que esto sea todo.

Fuiste el concierto de mi vida y has acabado.
Y ahora tengo que volver a casa
y aceptar que ya no hay más,
que eso fue todo
y que fue bonito.

Pero si, conozco esa ley de mierda que dice
que todo lo que empieza acaba,
que nunca se repiten los momentos y
que si tu llegaste a mi vida fue de paso.
Que si llegas dos segundos tarde
siempre estás a tiempo de ver como el tren arranca
y se aleja,
y que como no te des prisa
- y huyas -
no podrás evitar quedarte embobada
mirando como desaparece entre las montañas.

Te vi desaparecer como quien no puede hacer nada más.
Te vi desenfocarte aunque a veces te girabas y me sonreías
y todo volvía a estar en su sitio.



Pero seguiste andando.


3 de abril de 2016

Incapaz


Esta es una carta por si decides volver.
Aunque puede que no lo hagas.

Verás,
ya no quiero.

Ayer por la noche me quedé un par de horas más
despierta
imaginando, otra vez, como habría sido todo
si no hubiera sido tan así,
tan a tu manera.

Hace unos meses habría jurado verte desnudo
delante de un mundo apagado.
Habría jurado verte,
desnudo,
delante de un mundo,
apagado.
Pero ibas vestido hasta arriba
- y hasta abajo -
con un traje de emperador
que yo fui la única incapaz de ver.

Incapaz. ¿Ves?

No voy a volver a hablar de lo mismo de siempre,
porque lo mismo ha dejado de estar siempre.
O ha dejado de estar,
simplemente.

Dejaste de ser
el mismo
de siempre.

Y empezaste a no ser
siempre
el mismo.

Pero sabes que podría haber vuelto a suceder.
Podrías haberme vuelto a enganchar
a una máscara nueva cada día,
con su amanecer correspondiente,
y, en cambio,
enganchaste tus dedos en mi pelo
y tiraste de mi hacia atrás
mientras moría por morderte la boca.

Verás,
ya no te quiero.

Nunca quisiste verme amanecer
y hace tiempo te lo perdoné.
Sólo creía justo que supieras
que yo no pude esperarte.

Hay sonrisas que caducan a los dos años
y la tuya la estuve guardando un par de meses más;
exactamente hasta que se me empezó a caducar el resto
y renuncié a tirarlo todo por la borda.

No pude esperarte.
Era un lugar bueno para hacerlo,
un momento idóneo
en una ciudad con ganas de descubrir conmigo
la melancolía.
Pero no pude.
Me habría encantado,
pero no pude.
Se nos hizo tarde.





Y no permitas que te confunda el refranero español. 
Más vale nunca 
que llegar tarde a alguien.