20 de agosto de 2014

Vuelven los tonos grises con el calor del verano


No se cuantos veranos más necesitaré, a cuantas lunas más tendré que llorar ni cuantos inviernos tendré que sobrevivir para acostumbrarme, de una vez, a tu ausencia. No tienes la más mínima intención de volver a este desastre y lo entiendo, no todo el mundo está hecho para curar tantas heridas. Pero ahora temo no poder ser reconstruida sin tus susurros ni tu mano de obra. Desde que no estás me he dedicado a buscarte en otros brazos, en otros labios, en otros cuerpos... y de lo único que ha servido ha sido para, junto con el tiempo, perderme a mí. Nunca podría haber imaginado la cantidad de malas elecciones que es capaz de hacer un corazón solitario, ni la cantidad de miradas vacías que dan vueltas por la ciudad rogando amor en cada suspiro y rechazándolo cuando consigues tocar un poco más abajo de la piel. No se, puede que algunas personas solo estén destinadas a funcionar como las estaciones de tren y que solo necesite acostumbrarme a que me dejen huella, a que me cuenten alguna de sus historias y que se marchen en busca de lo que de verdad esperan encontrar. Porque al final solo acabo siendo ese cigarro a las cuatro de la madrugada que consumen cuando la melancolía les ahoga. Y si no vuelven quizás sea mi culpa por no haber sabido nunca como resurgir con éxito de las cenizas. 




Me hubiese gustado saber como narices  
 volverte adicto a la nicotina.