22 de octubre de 2014

Y hacer poesía contigo




Quiero hacer poesía con tus labios, con tus dedos, con tus letras y con tus puntos suspensivos. Analizarte, comentarte y escribirte todos los argumentos que me han llevado a tu precipicio, a tu caída libre sin coherencia y sin sentido. Quiero hacer de ti literatura para poder vagar entre tus páginas sin temor a perderme el mundo. Oler el aroma a aventuras que supone la gran historia que inspiras y robarte el café un domingo por la mañana justo antes de dejarme llevar por los sentidos. Leerte en braille y escuchar tu risa entre mis dedos. Ver tu cursiva afilada y aceptarla como un beso frío en pleno mes de enero. Descubrir tus misterios ignorando las pistas de tus ojos y dejarme llevar por la intuición agudizada con el sabor de tus palabras. Quiero convertirte en ese libro robado que te cautiva y seduce hasta el punto de no quererlo devolver. Esconderte entre mis sábanas y leerte a todas horas cuando el mundo me deje sorda con sus esperpentos. Esconderte entre mis sábanas y no dejar que nadie descubra tus secretos. Transformarte en el sonido de las olas y dejar que te deshagas entre mis piedras a cada segundo, y que vuelvas siempre. Que vuelvas siempre a acariciarme y a susurrarme tus gemidos ignorando las despedidas y los puntos finales. Quiero que me enseñes a escribir de esa manera tan bonita de sonreír que tienes. Quiero ser tu aprendiz y hacer poesía contigo.



19 de septiembre de 2014

Inquilinos







Sigo en el lugar de siempre,
en ese que un día hice nuestro
sin que tú lo supieras.
Sigo aquí y es bonito sentir
como si no hubiese pasado tanto tiempo
de aquellas últimas conversaciones.

Porque sí,
ha pasado mucho tiempo
y ya nada es igual
aunque todavía duela o haya dolido.



Sabía que volverías
y lo hiciste.
Y es que siempre vuelves
cuando comienzas a echarte de menos.



Hace meses y meses me di cuenta
de que para ti sólo soy
ese camino que tienes que atravesar
para volver a casa.

Y era bonito de verdad.

Era bonito poder hacer sentir a alguien
como en casa,
era precioso ser el lugar donde tú decidías perderte
para después encontrarte.
Y me encantaba ver como deambulabas
por mis callejones sin salida.

Pero siempre acababas marchándote
y te alejabas de nuevo
asegurándote de clavar
el cartel de "se alquila" bien fuerte
en lugar de "abandonado".



Siempre te ha gustado volver
y yo jamás me he opuesto a que entrases de nuevo,
aunque terminé perdiéndome entre labios de otros inquilinos
y eso nunca te lo dije.

Y acabé perdiéndome más.



Por mi parte,
hace bastante que dejaste de ser
mi camino de vuelta a casa,
dejé de sentirme a gusto
ente tus paredes
y tu tejado comenzó a tener goteras
que me helaban la sangre.

Entonces todo empezó a ser invierno entre tus brazos.

El granizo empapaba la almohada
y tú seguías sin hacer nada para evitarlo,
para protegerme,
ni siquiera para repararte a ti mismo.



Empezaste a romperte
y yo me dejé romper contigo.
Y así nos destrozamos.

Luego descubrí que habían más sitios
donde dormir y dejarse curar las heridas.
Paredes que te besaban sin helar la piel
y almohadas que no te hacían sentir calor
pero tampoco frío.


Y eso me pareció suficiente.



  

20 de agosto de 2014

Vuelven los tonos grises con el calor del verano


No se cuantos veranos más necesitaré, a cuantas lunas más tendré que llorar ni cuantos inviernos tendré que sobrevivir para acostumbrarme, de una vez, a tu ausencia. No tienes la más mínima intención de volver a este desastre y lo entiendo, no todo el mundo está hecho para curar tantas heridas. Pero ahora temo no poder ser reconstruida sin tus susurros ni tu mano de obra. Desde que no estás me he dedicado a buscarte en otros brazos, en otros labios, en otros cuerpos... y de lo único que ha servido ha sido para, junto con el tiempo, perderme a mí. Nunca podría haber imaginado la cantidad de malas elecciones que es capaz de hacer un corazón solitario, ni la cantidad de miradas vacías que dan vueltas por la ciudad rogando amor en cada suspiro y rechazándolo cuando consigues tocar un poco más abajo de la piel. No se, puede que algunas personas solo estén destinadas a funcionar como las estaciones de tren y que solo necesite acostumbrarme a que me dejen huella, a que me cuenten alguna de sus historias y que se marchen en busca de lo que de verdad esperan encontrar. Porque al final solo acabo siendo ese cigarro a las cuatro de la madrugada que consumen cuando la melancolía les ahoga. Y si no vuelven quizás sea mi culpa por no haber sabido nunca como resurgir con éxito de las cenizas. 




Me hubiese gustado saber como narices  
 volverte adicto a la nicotina. 

17 de julio de 2014

Atrévete a pararme los pies



Acabo de hacer mi entrada triunfal por una puerta repleta de purpurina plateada y lucecitas de colores y aun resuena en mis oídos el zumbido del portazo que ayer dejé detrás de mi.

Dicen que todo lo que nos sucede a menudo empieza antes de que nos demos cuenta, que nosotros mismos, con gestos minúsculos creamos nuestro propio destino y que un pequeño soplido en esta parte del mundo puede crear un enorme huracán al otro lado del océano. Ahora todo cobra sentido. Ahora las noches en vela, las lágrimas y los suspiros han adquirido valor, y los gritos en la almohada solo me parecen gritos de libertad. Ambición recorre mis venas y quema por la velocidad a la que va, pero nunca me molestó que el viento me diese en la cara. Hoy me quito el casco que me puse hace algo más de un año y acepto todo los riesgos. Y aunque no se si trescientos ochenta y dos días son suficientes para cerrar una puerta y atravesar el umbral de otra, por primera vez no tengo miedo a equivocarme. De hecho, si me equivoco, que sea grande, por favor. Ya no me conformo. Si voy a caerme quiero llegar al subsuelo y escribir mi nombre allí, allí y en cada roca que tenga que agarrar para subir a la superficie. Y dejaré lucecitas de colores por si arrastro a alguien conmigo que le tenga miedo a la oscuridad, porque se que alguien también deja lucecitas en mi camino para que nunca logre perderme del todo.

La oscuridad ya no me asusta, la soledad ya no me asusta, la compañía ya tampoco me asusta... y es que cuando pasas mucho tiempo intentando descubrir quien eres acabas aprendiendo que la única cosa a la que de verdad debes temer es a ti mismo y a tu cabeza. Al fin y al cabo somos nosotros quien le damos a las cosas que nos dan miedo el poder suficiente como para hacernos daño. Y no pienso dar ese poder a nada más que se aleje de mi reflejo. Mi reflejo, ese al que quiero mirar desafiante cada mañana, tal y como quiero que él mire a la vida: directa, fijamente y con una sonrisa en los labios que grite un afilado

<<atrévete a pararme los pies>>.








7 de julio de 2014

No apartes la mirada

Ir en coche. Ir en coche y ver como el sol comienza a salir mientra tú le observas con ojeras en los ojos. O verle esconderse entre las montañas como susurrando un dulce hasta mañana. Viajar sola o con escasa pero buena compañía. Tu canción sonando en una fiesta un viernes por la noche. El sol besando tu espalda después de salir de la piscina. Los nervios del primer día de clase. Ver a esa persona y sentir como el corazón decide detenerse y mirarle, pero notar como inmediatamente decide continuar como para recordarte que no necesita a nadie para seguir latiendo. Esperar para ver la luna por la ventana en las noches de verano. Ese libro que te obliga a parar y asimilar lo que acabas de leer. Esa voz que hace que se te erice la piel al oírle cantar y ese cuadro en el que no ves nada pero aun así hace que te detengas y le observes. Los chistes malos en medio de una cita. Ir por la calle y sonreír sin más, sin entender, sin sentido. Conversaciones a las 3 a.m que te hacen sonreír. Personas que aparecen solo con el objetivo de alegrarte la vida. Bebés. Bebés riendo por un simple gesto. El pelo afro. Los relámpagos que desafían la oscuridad del cielo en medio de una tormenta. Los colores del arco iris. Las nubes blancas y esponjosas a través de la ventana de un tren. Hacer la maleta e irse lejos. Volver a casa. Que duela el estómago de tanto reír. Las fotos tontas. Que un espejo te sonría de vuelta. Un beso de buenas noches. Un adiós que da comienzo a una nueva vida. Una libreta en blanco. Una carta antigua. Un te quiero inesperado. Sentirse ridícula. Soñar tonterías. Despertarse con caricias. El zumo de naranja. Un peluche gigante. Una mirada furtiva. Los pájaros. El sonido de las ramas mecidas por el viento. Un punto y final a tiempo. La vida con todo lo que conlleva. Vivirla sin preguntas ni respuestas, sin cadenas. Vivirla, a ella, como si fuera una persona que te mira desafiante y decidir abrazarla cada noche para así disfrutar de sus caricias por la mañana.

17 de junio de 2014

Hasta pronto



Como algo tan corto como siete días puede unir tanto ¿no? Y es que cuando no tienes tiempo de sobra, los sentimientos se disparan. No hay tiempo para ser frío. No hay tiempo para esperar que tiren abajo el muro que siempre te protege, apareces ya sin él y te da igual. Porque si te rompen habrás sentido esa cosa extraña en la boca del estómago, eso que yo todavía no se como definir por mucho que él intentara explicármelo. Son siete días en los que dejarse llevar es la regla de oro, y evadirse de la realidad de cada uno es prácticamente una obligación. Y si no he pensado en él puedo considerar esto todo un éxito...


Luego llegan las despedidas y todo vuelve a apagarse poco a poco. Y con el sol de la mañana cada uno comienza a aceptar su realidad. Despierta del sueño para, a veces, tener que afrontar la pesadilla. Pero es en esto en lo que consiste la vida. Todo viene y se va, todo sigue por mucho que queramos parar el tiempo. Y esto solo nos hace grandes. Y sufrir un poco a veces incluso merece la pena. Porque cuando las despedidas duelen está claro que los recuerdos son buenos.


París



Hoy he estado lo más cerca de pasar página, de cambiar de libro pero ya hace tiempo que me di cuenta de que igual mi forma de quererte es de ese tipo que nunca muere, que se supera pero permanece, y es que juro que sigo pensando que no fue casualidad y que fuiste el cambio más importante de mi vida, la muerte mas triste y el renacimiento más exitoso que he tenido nunca. Un fragmento de lo nuestro, nuestro final nunca escrito ha hecho posible que pueda escribirte a estas horas... y me estremece pensar lo que conseguiría narrandolo todo desde el principio, pero eso no sucederá. Todavía no he encontrado las palabras adecuadas y, bueno, también de alguna manera me gusta que seas mi secreto. Aunque ya llegue tarde, no quiero que nadie más te descubra.


Hoy retomo el viaje que lo empezó todo, payaso. Prometo acordarme de ti mientras todos duerman. Prometo acordarme de ti en cada rincón de mi soledad. Lo prometo, payaso. Y es que nuestras historia sigue, por separado y con actores secundarios pero sigue. Siempre estaremos unidos de alguna manera y esa ciudad lo sabe.


Siempre nos quedará París, payaso...     





31 de mayo de 2014

La habitación del olvido. (1er PREMIO- CERTAMEN LITERARIO IES ANTONIO NAVARRO SANTAFÉ-)

De repente apareció en una habitación de paredes rojizas, descalzo, con su pantalón de pijama medio caído y con una carta en la mano.

Parpadeó varias veces en un intento de adivinar lo que estaba ocurriendo y temió moverse por la inseguridad y fragilidad que le transmitía el silencio. Siempre había sido un chico precavido e inteligente hasta el punto de poder adivinar lo que se escondía detrás de la mirada perdida de cualquier persona aunque, a veces, también fallaba.

Intentó recordar lo que hacía antes de llegar a esa habitación pero no tuvo que esforzarse mucho para saberlo. Ya llevaba trescientos catorce días con aquella chica de ojos grandes y sonrisa permanente y parecía que, por primera vez, sentía de verdad su ausencia.  ¿Qué se supone que estaba pasando? La había dejado durmiendo con la mano apoyada justo encima de su corazón y su cabello haciéndole cosquillas en su estómago pero ya no estaba.

Tan solo pensar en ella hizo que su pulso se acelerase y sintiera la necesidad de salir a buscarla. Miró desesperadamente por toda la habitación buscando una puerta, una ventana o la más mínima grieta en la pared para tirarla abajo. Le prometió un amanecer lleno de caricias por la espalda creyendo poder cumplirlo y ahora el miedo le ahogaba con solo imaginar no poder regalárselo.

Cayó de rodillas al suelo con brusquedad. Quiso llevarse las manos a la cara para pensar qué hacer o al menos gritar tratando de desahogarse y no fue hasta entonces que no descubrió la carta en su mano. Miró el sobre por ambos lados algo más calmado y no vaciló en abrirlo pensando que por dentro probablemente diría más que por fuera. Desplegó la carta doblada en tres partes y vio por primera vez aquella letra redonda y clara que parecía acariciar con tinta negra aquel folio tan blanco. Se sentó en el suelo con las rodillas flexionadas y se dispuso a leerla:




Querido nadie,

Hace tiempo que dejó de temblarme el pulso al escribirte. No por nada en especial, la práctica, supongo. Estoy igual de cansada que la última vez y este bolígrafo con el que escribo parece ser quien haya dibujado mis ojeras.

 

imageEsta vez, prometo que esto te llegará. Y no, no es que de repente me haya vuelto valiente sino que ya no queda espacio en ese rincón del olvido donde siempre he tratado de guardar todo lo referente a ti. Al fin y al cabo sigo siendo la cobarde que conociste y es que, si te confundes y vuelves, quiero que todavía me reconozcas.

 

Me gustaría acabar lo que dejamos a medias, o más bien dejaste. Deberías haber sabido que tres puntos son multitud y que solo uno habría sido suficiente para ahorrarme tantas pesadillas. Ahora yo no soy quién para poner punto y final a algo que nunca quise que acabara. Y supongo que sigo esperando una explicación de tu huída sin ni siquiera escribir un adiós en un papel.

 

Puede que no fuéramos capaces de aguantarnos tantos silencios ni los secretos que éstos conllevan. Puede que no supiera leer tus ojos pero no es mi culpa que tú los escondieras entre tanta confusión. Aun así sigo pensando que si ellos escribieran, ninguno de esos misterios que ocultan se compararían a los de Agatha Christie. Y es que nunca has sido tan sencillo como comprarte y leerte.

 

Siempre me costó no perderme entre tus páginas, pero eh, eso también tenía su encanto. Ni siquiera un mapa habría sido capaz de impedir que me dejase guiar por tus palabras y tratase de descifrar todas tus letras poquito a poco. Era increíble sentir con cada una de ellas algo distinto, igual que cuando susurrabas mientras el resto de la ciudad dormía y solo nosotros permanecíamos en vela. Si alguna vez dormimos juntos me arrepiento.

 

Deberías vivir en mi cabeza para callar los recuerdos con tus manos. Todavía duelen después de 314 días. Y si decides volver prometo pedirte perdón por la definición tan mala que te di de eso que tu ya sabes. Después me di cuenta de que eras tú quien me estaba enseñando lo que era en realidad y comenzó a significar algo totalmente diferente. Siempre tuviste ese poder de cambiar las cosas y hacerlas mejor.

 

Me duele que te fueras dejando todo a medio construir. Ahora no me extraña que solo queden ruinas.


 

 

 

Dobló la carta lentamente, pensativo y más confuso que antes. Una firma con un nombre no le habría venido nada mal. Volvió a meter el papel en el sobre y lo dejó caer al suelo para poder llevarse las manos a la cabeza. Si no hubiese sido por el número del penúltimo párrafo probablemente habría pensado que la carta estaba en las manos equivocadas.

Intentó pensar, reconocer aquella letra o a aquella chica medio en ruinas que parecía escribirle. Intentó buscarle el sentido a todo lo que le estaba ocurriendo, a aquella habitación vacía, sin saber que es imposible encontrar algo inexistente.
                                                                                                                         
El sonido de algo chocando contra el suelo le hizo quitar las manos se sus ojos y mirar la habitación desconcertado. Otro sobre blanco, que parecía haber caído del cielo, se encontraba a sus pies. Lo abrió sin reparos para encontrarse con la misma letra, la misma forma, el mismo color…


Dime que con solo un chasqueo de dedos te tendré aquí. Dime que con solo una palabra vendrás y me rodearás con tus brazos calmando así todos los monstruos de mi cabeza. Eso era lo que hacías ¿recuerdas? Claro que antes solo yo era quien ocupaba tus brazos.

 

Fue un viernes por la tarde cuando supe que probablemente nunca volvería a conocer a alguien como tu. Después de dos meses sin sentir nada, el dolor llegó de golpe y entonces comprendí lo equivocada que estaba acerca del amor. Que no era un final feliz como creía sino un corazón roto. Amor es ese dolor extraño que parece que te quema la garganta después de tanto tiempo llorando recuerdos. Eso me enseñaste. Ese amor. El más puro y el más sincero, porque amas sin tener nada a cambio, amas sin ni siquiera ser feliz al hacerlo. ¿Sabes? Me alegra que no estuvieses ahí para verme de esa manera.

 

La rutina ha ido apagando el dolor junto con todos los demás sentimientos. Ahora solo espero ahogar tu recuerdo con letras.

 

Buenas noches, “payaso” (como en los viejos tiempos ¿recuerdas?).



Echó un vistazo general a la carta por última vez y la guardó en el sobre. La dejó caer al suelo junto con la otra y se sorprendió al ver una buena cantidad de ellas cubriendo casi toda la superficie. Vale, ahora si que quería salir de allí.

Alzó su mirada hacia el techo de la habitación viendo como más sobres blancos precipitaban casi de manera sincronizada. ¿Tan literal era la carta? ¿Aquella chica, para él desconocida, iba a ahogarle a base de letras? Casi sin darse cuenta sus pies ya estaban cubiertos por aquella marea blanca. Solo se le ocurría una idea para salir de allí y dudaba que funcionase con éxito: recordarla.

Parpadeó varias veces y mordió su labio inferior otras tantas, respiró hondo y se dejó llevar hasta el mundo de los recuerdos. Ese mundo que había bloqueado hace tiempo, ese que solo le llevaba directo al sufrimiento. Buscó, apartó aquellas noches en vela, aquellas navidades tan tristes, aquellas fotografías que guardaban imágenes de personas que nunca volverían. Buscó, buscó en su rincón más oscuro y en el más luminoso, en el más feliz y en el más amargo pero no había ni rastro de aquella chica. Quizás no pisó con suficiente fuerza como para dejar huella en su vida, quizás él había decidido olvidarla igual que ella ahora intentaba hacer con él.

Lentamente comenzó a notar como le faltaba el aire. Sus pulmones comenzaron a inflarse y desinflarse con angustiosa rapidez. Entonces se dio cuenta de que ya era demasiado tarde como para abrir los ojos y simplemente tratar de sobrevivir. Ella había acabado con él, con su recuerdo. Le había ahogado con letras escritas a base de suspiros y lágrimas. Ahí acababan las noches en vela. Ya no existía la razón que le impedía dormir tranquila. La historia que compartían había llegado a su fin y la habitación del olvido era ahora quien custodiaba sus páginas.


17 de mayo de 2014

Tus pequeños tesoros.


¿Y si escribo un segundo libro sobre nuestra historia destinada al fracaso? Porque tengo miedo de no encontrar a nadie más que me provoque eso que me haga querer escribirle. No se. Igual es que hacer arte sin ti no da los mismos resultados. Entonces, ¿para qué seguir con todo esto?

Te empiezo a olvidar, funciona y me encanta porque vuelvo a ser dueña de mí misma, pero has sido el tema principal de mi vida durante mas de ocho meses y créeme que me va a costar otros tantos cambiarlo. Y mientras ¿qué? ¿como hago esto que tanto me gusta sin tocarte, sin describirte? ¿como consigo hacer historias sin protagonista o arte sin ti? Y es que lo pienso y creo que has sido el punto de inflexión en alguna etapa de mi vida que todavía desconozco porque te has marcado como a fuego en mis páginas y eso no puede ser para otra cosa más que para recordarte. Porque cada vez que llega la inspiración vienes con ella y no puedo evitar no aprovecharme de ti para hacer algo tan bonito. Y es que me sigues encantado por mucho olvido que llueva. Me encantas y entonces pienso si acaso habría sido posible no enamorarme de ti. Si alguien ha sido capaz de pasar por alto alguna vez tus pequeños detalles y no caer en el nudo de sentimientos que conllevas. Porque por mucho tiempo que pase, por mucha lluvia de olvido que caiga, eso, tus pequeños detalles, tus pequeños tesoros son imposibles de borrar.


...Aunque si pudiera, tampoco lo haría...




6 de mayo de 2014

The end.



Acabé odiando los relojes y ese sonido que el tiempo hace cuando pasa. Odié esperarte y esperarme a volver de ese lugar en el que pensaba que me salvarías. Tu. Como pensado que no era suficiente con que te salvases a ti mismo cada día. Como si fuese un deber salvar a alguien que se está hundiendo por iniciativa propia. ¡Que poca seguridad y cuanto egoísmo por mi parte! Ahora puedes estar tranquilo. Te maté aquella noche de abril con la muerte a base de arte que te merecías. Así que ya no hay más historia que contar ni más dolor que sentir. El invierno se encargó de apagar aquel fuego que tanto quemaba y ahora solo quedan cenizas que tampoco era mi intención eliminar. Solo no vuelvas. No me hables y ni se te ocurra acercarte. Ya no. He escrito el final que tu no escribiste y espero no tener que arrugar la página y empezar acabar de nuevo. Por fin he logrado dejarte atrás,  no me hagas arrepentirme.



Quizás en otro momento y en otro lugar.
Fue un placer, payaso. 




19 de abril de 2014

Cobarde.



El problema de encontrarme contigo es que, después de casi dos años, todavía intoxicas. Y odio que estas palabras tengan escritas tu nombre y no el suyo como título porque ya hace tiempo me quedó claro que no te merecías ni la más mínima letra que mis dedos pudiesen escribir. Pero vuelves a hacer lo mismo de siempre y yo vuelvo a tener ganas de que te acerques. Pero esta vez lo justo. Solo para que observes los ojos que jamás podrás tener al otro lado de la almohada. No te dio mucho tiempo a verlos aquella noche de diciembre. Y puede que suene prepotente pero no me importa. Tu lo hacías cada vez que hablabas. Atrévete a mirarme a los ojos, a los mismos que te lloraron esa madrugada entera hasta doler mientras prometían no hacerlo nunca más. Atrévete a llamarme una sola vez y a decirme "lo siento" como debiste haber hecho esa noche. Atrévete a decirme que todo lo que pasaba por mi mente era mentira, que yo ya estaba completa y que no necesitaba a nadie que me salvase. Tus abrazos se convirtieron en puñetazos en el estómago y arañazos por mis piernas; tu sonrisa, en la tortura más angustiosa de todas las navidades. Juré odiarte hasta con la más mínima parte de mi cuerpo. Me convencí de que eras eso, tóxico, y que era mejor mantenerte lejos de mi. Ahora es todo un placer ver como sigues siendo el mismo capullo de siempre disfrazado de interesante que me llamó la atención. El mismo que ni siquiera es capaz de mirarme a los ojos. Presumías de valiente y has resultado ser todo un cobarde. Que te vaya bien. 



24 de marzo de 2014

Amor es...



<< ¿Qué pasa ahora? ¿Qué hago yo con todo esto? >> Preguntó perdiendo su mirada entre las palmas de sus manos. << Temo que la vida se me haya quedado demasiado grande... >>. Masculló en un breve gemido que logró desencadenarse de sus lágrimas. Y le miró a él, que todo lo cura, que teje el olvido con sus agujas viejas, que por una vez parecía estar a su favor y no en su contra.
  La caricia de su mano helada le hizo cerrar los ojos y dejarse llevar. Comenzó a secar sus lágrimas una por una, como acariciando el dolor y el sufrimiento que emitían. Y es que él sabía que cualquier caricia en esos momentos era como echar sal en las heridas. Y es que ya no era él quien se las daba. << ¿Por qué tienes tanto miedo? Me encargué de quedarme a tu lado par hacerte fuerte. Tropiezas y logras estabilizarte, pero una vez que caes tu misma te encargas de atarte de pies y manos. No puedes esperar que alguien quite todos los candados que tu sola te has puesto >>. Ella abrió los ojos como asustada, con la misma cara con la que se levantaba últimamente al no ver aquellos ojos marrones a su lado. Lo que quedaba en su pecho se había calmado y ahora sus palabras luchaban por revivir << Él podía, él quería... >> Una breve carcajada se escapó de la garganta de aquel hombre de ojos negros. << Claro que él podía, cualquiera puede... pero ¿de que hubiese servido eso? Te hice nacer libre, si me interpuse fue porque no podía permitir que tu libertad dependiera de él. >>.  << ¡Pero de eso trata el amor! ¿O no? >>. Silencio. El miedo volvió a inundar su rostro como una ola que se lleva con ella restos de castillos, de princesas y de sueños. El hombre le sonrió con la dulzura con la que se sonríe a los más inocentes. Pasó su mano varias veces por su pelo ya canoso y le miró como advirtiéndole de que lo que venía era lo más importante que había enseñado en mucho tiempo. << El amor no trata de nada, el amor se hace, se escribe, se relata y se enseña. El amor es el brillo de una mirada, el sabor de unos labios o el calor de una caricia. No tiene forma ni sentido, es locura y éxtasis, y también lágrimas y sufrimiento. Eres tu, libre y sin miedo. Y también era él en susurros y sonrisas. El amor es original y diferente, y si es como el resto no es amor; es mentira. Y como las mentiras, siempre se acaba descubriendo >> Y se despidió con una última caricia helada de esas suyas, cerrando la puerta con la fuerza de un "lo siento" y un guiño cómplice. Y ella esperó a ver amanecer por su ventana, viendo amor en cada nube, en cada rayo dorado, en cada aleteo torpe de los pájaros y en cada caricia que el viento regalaba a los árboles.

23 de marzo de 2014

23-03-2014



Nunca se me dio bien escribir cartas sin destinatario, y es que todas acabaron en un lugar llamado olvido gritando sentimientos que permanecieron ahogados durante mucho tiempo. Porque siempre llovía y nunca pensé que mereciera la pena salvar a ninguno. <<Ya he hecho demasiado aguantándoos>> y me alejaba mientras gritaban más fuerte que el resto del mundo. Y eran ellos a los que escuchaba mientras me mirabas de esa forma tan tuya. Como para recordarme que estaba en la tierra y que el cielo todavía estaba unos metros más arriba. Tu eras eso. Nubes rozando el suelo y sol acariciando la luna. Eras como esa canción en medio de una fiesta con la que te olvidas del mundo. Ese minuto de locura en el que comienzas a cantarla a base de gritos. Porque sí, porque te da igual, porque es TU canción, TU momento. Tu lo eras. Eras mi momento. La paz en medio de mi guerra, mi sonrisa en pleno junio cuando creía que no tenía nada más que perder. Mi lluvia, mi tormenta, mi pequeño trozo de invierno con treinta y seis grados a la sombra. Eras amargo como el té de las cinco y dulce como las fresas en abril. Como un chocolate caliente con sofá y mantita un domingo por la tarde. Reconfortante como la música antes de dormir o una habitación oscura con olor a vainilla un viernes por la tarde. Eras todos y cada uno de mis pequeños placeres. Todo y a la vez nada. Porque no fuimos aunque tu eras y yo era contigo. Porque te fuiste y ya no me quedas. Y hace poco decidí irme yo también. 

16 de marzo de 2014

16-03-2014

Pensaba que no volvería a necesitarlo. Pero lo necesito. Necesito que las letras corran entre mis dedos y desgraciadamente son solo tus recuerdos lo que las activa. Ya perdí la cuenta de los días que llevaba olvidándote, pero de todas formas ha sido un fracaso así que no importa. Me han dicho que tu también cuentas días. Que cuentas sonrisas y amaneceres, y que los lunes se han vuelto mas amables durante todo este tiempo. Yo, bueno, he vuelto a recaer. Lo se, todo cambiará, todo será mejor, pero es que odio que ni la música a las 3 a.m sea capaz de callarte. Y odio todavía más seguir escuchándote aun cuando ya han pasado más de 227 días desde que te fuiste. Porque eres como un puto disco rayado que se repite en mi cabeza. Y ya no silencias mis quejidos. Ya no curas mis heridas. Ya no salvas nada. Y se que fuiste un héroe en algún momento del pasado pero te quitaste la capa hace 6 meses para cubrirle a ella los hombros.

4 de marzo de 2014

04-03-2014


A veces no entiendo el mundo o igual es él quien no me entiende. Juro que creo volverme loca. Dejo de ser yo, dejo de ser alguien y simplemente muero mientras miro por la ventana. Y si, respiro, se que respiro. O al menos lo intento. Noto como las heridas se dibujan solas sobre mi piel y es que hay palabras que arañan más que unas simples manos. Y me pregunto qué sentido tiene todo, que sentido tiene la vida si solo tratamos de sobrevivir a las personas o al menos de no hundirnos. Y la gente se te tira encima con tal de hundirte; y de ahogarte. Dime que sentido tiene levantarse de la cama si cuando vuelvas a ella solo vas a querer olvidar. A mi, que siempre odié perder el tiempo, a mi, que siempre odié tener que olvidar, explícame en que me estoy equivocando para estar perdiéndome tan poquito a poco pero tan rápidamente. Igual no fui yo quien se cansó de sentir, quizás los sentimientos se cansaron de que yo no supiera manejarlos. Igual no soy yo quien ha perdido la imaginación, igual ella decidió perderse antes que quedarse en mi cabeza rodeada de tanta oscuridad. Y no la culpo. Elegí la ignorancia porque pensé que llevaba más rápidamente a la felicidad. Ahora la vida podría darme todos los avisos que quisiera y yo no llegaría a entenderlos. Pero ¿Sabes? Solo quiero deshacerme de ella, como Peter Pan. Quiero que se separe de mis talones y me deje vivir. De todo el mundo, es ella a quien más temo. 


16 de febrero de 2014

Contigo, la vida me apetecería más.


Apareces en cada canción de la banda sonora de mi vida, en cada conversación entre amigos que yo empiezo para intentar olvidarte. Nunca había sido tan dificil. Y sigo pensando que quizás, contigo, la vida me apetecería más. Así como los domingos a las cinco de la tarde en la cama sintiendo nada más que tu calor. Porque dudo que haya mejor forma de empezar un lunes que con los recuerdos de tu piel cubriendo mi cuerpo en la noche anterior. Acordarme de tus labios y sentir que la única historia que quiero aprender es la de tu vida, y que lo único que quiero contar son los lunares que adornan tu espalda. Y que le den a las faltas de ortografía. Porque qué más da que escriba vesos si tus labios y los míos olvidan todo con solo rozarse. Como no iba a apetecerme más la vida si podría acercarme a ti sin miedo a que te marcharas y me dejaras, otra vez. Dime como no iba querer que volvieras si parecía que curabas con cada palabra, con cada susurro. Dime como podría olvidarte si has pisado hasta el más mínimo espacio de mi corazón y de mi cabeza; si has dejado huella en toda mi alma. Dime como sentir que este desastre no te pertenece si pensé que serías el arquitecto y te marchaste dejando sonrisas sin acabar y lágrimas goteando por las paredes.



10 de febrero de 2014

Ya no existen los finales felices.

Dos miradas se cruzan en un pasillo lleno de adolescentes y por un segundo el mundo se detiene. Los ojos de ella se pierden en los de él otra vez, como en los viejos tiempos, y se llenan de recuerdos húmedos que trata de borrar de su cabeza en cuanto aparecen. Se acerca San Valentín y con él París y todos sus derivados, y recuerda que este año está muy lejos de pasarlo junto él. Más lejos de lo que nunca estuvo. Y en un segundo firma un contrato con el mismísimo diablo si este le asegura volver a pasar veintidós horas a su lado. Porque más infierno que el de saber que ya no es importante en su vida no cree que haya. Sus ojos gritan en esa milésima de segundo. Gritan el vacío que sus labios esconden, pero él ya hace tiempo que dejó de entender sus silencios. Y se refleja en sus ojos la silueta de aquella otra chica, entonces agacha la cabeza y entiende que esas chispas ya no le pertenecen. Por muchas almas vacías que le venda al diablo sabe que nunca volverán a pertenecerle. Y es que él ya decidió. 
El mundo vuelve a su ritmo habitual y ella se traga los gritos al pasar por su lado. Jura que nunca más volverá a creer en promesas que no salgan de su boca y mucho menos en el amor si no lo hacen sus manos. Y es que los finales felices dejaron de existir en cuanto él salió por la puerta.


14 de enero de 2014

*Silencio*

Hablábamos todo el tiempo y siempre me quedé con ganas de decirte algo más. Miro por la ventana ajena al resto del mundo y es que ya no me importa si todo lo demás desaparece. Se ríen porque no entienden nada. Como siempre. Pero no me importan. Busco entre nubes grises sonrisas brillantes o al menos verdaderas. Pero la lluvia parece haberlas difuminado. Y no se, a veces huir es la mejor solución y puede que esta vez lo sea. Siempre me quedé con ganas de decírtelo un sábado por la mañana con un café caliente entre las manos: <<Si no te gusta esto podemos huir, a mi no me importa, payaso>>. Siempre me quedaré con ganas de escuchar tu respuesta, aunque no dijeras nada. Porque creo que más que tu voz echo de menos tus silencios. Y es que no es fácil encontrar alguien con quien callar y que suene bonito. Ahora dueles como duele un silencio incómodo o un alma vacía. Enero se ha convertido en un lunes continuo que se repite por cada suspiro. Y miro por la ventana ajena al resto del mundo porque ya no me importan. Ojalá todo desaparezca. Y es que no lo entienden. 


5 de enero de 2014

Puntos suspensivos

Todavía me parece imposible encontrarte un fallo, pese a todo. Y es que quizás no lo tengas. No se. Yo siempre defendí que nadie es perfecto y que los defectos nos hacen únicos, pero tu llegaste y arrasaste con todo. Ya no se que creo o dejo de creer. Ya no se que defiendo o incluso si merece la pena defender algo. Solo se que no soy capaz de encontrar ningún fallo en ti y que aun así me sigues pareciendo único, edición limitada, ya sabes. 
Es enero y el frío y la lluvia se siguen acumulando en mis huesos. Ya sabes porqué, no voy a volver a repetirlo. Junio viene a menudo, casi todos los días. Le gusta visitarme por la noche. Igual que tu. Me preguntas por el amor como cuando un niño pequeño pregunta por algo que desconoce. Y yo estoy dispuesta a volver a enseñártelo todo, despacio, con palabras y susurros, sin importar lo que viene después. Y créeme que lo se. Todos y cada uno de los días de verano. De noche. Vendrás, te quedarás y me escucharás. La sábana en nuestros pies y la luna y las estrellas mirándonos. Aguantarás mis dudas, mis tonterías, mis lágrimas. Sabrás perfectamente como secar cada una de ellas mientras acaricias mi cicatrices y después me harás reír. Querré agarrarme a ti y no soltarte nunca. Bromas, preguntas, secretos. Dormir será una pérdida de tiempo si no puedo hablar contigo. Luego llegará septiembre y te irás sin despedirte. Ni siquiera un porqué. Me dejarás tirada haciéndome creer que ni siquiera merezco una explicación. Lo se. Se como sigue la historia. Invierno, lluvia, frío. Tu recibirás clases particulares sobre el amor y yo aprenderé a base de recuerdos. Pero no será suficiente. Nunca lo es. Noches en vela, café y música. La que a ti no te gustaba ahora tampoco consigue hacerme sonreír. Libros por el suelo, dibujos sin acabar, pesadillas. La cama deshecha y sin huellas de ti. Entonces llegará enero. Frío y lluvia se seguirán acumulando en mis huesos, junio vendrá casi todos los días a saludarme y tú con él. Y yo seguiré sin encontrarte ni un solo defecto.