15 de diciembre de 2013

16-12-13


Es que todavía creo que merece la pena escribirte, no se, por lo que sale. Si alguna vez las palabras han sido capaces de describir sentimientos en su totalidad  es ahora. Y se que igual no entiendas nada, pero yo tampoco. Y es que es así. Todo ha acabado liándose de una manera extraña, y ojalá fuesen tus dedos los que nos desenredasen. He sobrevivido al otoño con tu felicidad en mi contra y con tu ausencia helándome los huesos. Ahora llega la Navidad y activa eso en mi que no se como explicar. Activa eso que no tuve tiempo de enseñarte. Quizás sería bonito pasear contigo bajo las luces de la ciudad que ahora brillan más que nunca. Ojalá hubiésemos podido hacerlo. ¿sabes? Todavía mis ojos te echan de menos. Todavía esperan una despedida. O quizás un "buenos días" o un "buenas noches". O quizás les basta con un "payasa". No se. Has acabado haciendo que odie los payasos más de lo que ya lo hacía. Todo ha cambiado mucho desde que no estás y no me acostumbro a no verte. Me encantaría pedirte por Navidad pero eres edición limitada y creo que ya llego tarde. Feliz Navidad, payaso.


12 de noviembre de 2013

Lo nuestro era arte


Alguna vez soñé que tus "te quiero" eran para mi. Y qué locura. Debí beber demasiada esperanza antes de dormirme. Esperanza de la que ya no hay siquiera un trocito. Alguna vez soñé que tus labios castigaban a los míos, capturándolos y mordiéndolos con tus dientes. Y que calor hacía. Debí haber guardado el sabor de tu boca para estos tiempos de sequía. Alguna vez soñé que tu pecho era mi almohada y que mi pelo era el paseo que a tus dedos más gustaba. Y pensé que estaba en el cielo. Debí haber guardado un trocito de nube para usarla ahora que duermo en el frío y duro suelo. Alguna vez soñé que dibujabas mi sonrisa los trescientos sesenta y cinco días del año. Soñé. Debí guardar los bocetos para ahora poder saber como dibujármela yo sola. Alguna vez fuiste el arquitecto de mi vida. Alguna vez supe como estaba estructurada. Alguna vez pintaste mis entrañas y trazaste tu firma en mi piel. Quizás demasiado fuerte. Quizás demasiado profunda. Pero entonces no dolía. Y no te importaba las veces que las lágrimas borrasen la obra de arte que estabas haciendo. Volvías. Siempre volvías y me arreglabas. Porque te gustaba. Yo te gustaba. Pese a mis problemas. Pese a mis inseguridades, mi pasado y mi futuro. Yo te gustaba. Y era mágico. Como la intimidad que siente un pintor con su lienzo. Y nunca nos íbamos a rendir. Yo de inspirarte y tu de darme sentido. Nunca. Y juro que me lo creí. Y creí que cuando acabases de pintarme yo podría empezar a escribirte. Y sería arte. Lo nuestro sería arte. Pero ya ha llegado el otoño y el lienzo se está quebrando por las lágrimas y las gotas de lluvia. Te rendiste. Me dejaste a medias. Y yo sigo intentando darle sentido a todo esto, pero se fue contigo.

10 de noviembre de 2013

10.11.13


Hola. Te escribo para decirte que todavía te echo de menos y que no te he olvidado. Es domingo y estoy de resaca porque ayer hice todo lo posible por no recordarte. Y por mucho que digan, el alcohol no alivia el dolor, solo hace que las heridas quemen un poquito más. Te prometo que ayer intenté que no aparecieras en mi mente pero acabé contando nuestra historia a las cinco de la mañana. "Nuestra historia" como si alguno de los dos se hubiera atrevido a escribirla. Y no se. A veces me gustaría leerla desde tu punto de vista y así intentar entenderte. Me dejaste sola en medio de la nada y pareció no importarte que yo me ahogase en mi y en mis problemas, como si fuera fácil salir de ellos. Tu eras el único capaz de aislarme de todo, como un buen libro. Y hubiese dado cualquier cosa por leerte todos los días de mi vida. Creo que deberías saber que ya no le cuento nada a nadie porque no son capaces de aconsejarme de la manera en que tu lo hacías. Y duele que no haya nadie capaz de reemplazarte. Por mucho que digan que me equivoco. Eras el único. Y lo sigues siendo. 

24 de octubre de 2013

24.10.13

La tinta del bolígrafo se ha secado y ya no marca papeles con tu nombre. Como si te hubiese olvidado o algo por el estilo. Y ojalá. Estoy encontrándome o eso creo, no se. Hace tiempo que no te veo y supongo que eso facilita las cosas. Pero es algo temporal, como la felicidad. Volverás. No a mi, sino a mi vida. Y eso es lo que duele, supongo. La soledad me sienta bien. Sentirme sola es lo que me mata. Me gusta elegir quedarme un viernes en casa, encerrada en mí porque lo que pasa fuera dejó de importarme. Lo que no me gusta es tener que quedarme un viernes en casa, encerrada entre cuatro paredes porque a quien está fuera no le importo. No se, hay diferencia. Yo me habría bebido tu boca a palo seco. Habría saboreado cada milímetro de tus labios como si pudiésemos permitirnos perder el tiempo. Lo habría hecho. Perder el tiempo contigo no me parece tan grave que perderlo por tu ausencia. Estoy empezando a ponerme en pie después de todo. No te acerques. No quiero volver a derrumbarme.

19 de octubre de 2013

19.10.2013


La habitación oscura solo se ilumina con la escasa luz de una vela que se consume lentamente. Como la vida. Como el amor. Todo se mueve a mi alrededor mientras mi corazón late con fuerza. Había notado cuando dormía unos dedos sobre mi hombro y pensé que quizás habías vuelto o que al menos no estaba tan sola. La música triste sigue sonando e inundando la habitación con recuerdos. Últimamente los viernes se han convertido en tormenta. Es lo que tiene dibujar sonrisas durante cinco días seguidos; el último día se vuelven más amargas. Y hoy tu saludo se me ha atragantado. Siempre me gustó como sonaba mi nombre en tus labios, pero hoy sonaba a tragedia. Como si lo supieses. Intento recuperarme del naufragio pero nunca pensé que las lágrimas pudiesen llegar tan adentro ni enfriar tanto. Supongo que el mundo necesita brazos igual de cálidos que los tuyos. Debería haber leído la letra pequeña y tal vez ahora no estaría como el Titánic. Pero firmé sin saber que la mayoría de sueños que tenía acabarían sin cumplirse y hundidos. Tu tenías ese poder en mi, no me permitías pensar con claridad. A tu lado dejarse llevar sonaba demasiado tentador como para no hacerlo. Y lo hice. Y no creo que dudase en volver a hacerlo. Y es que has sido el mejor error en dieciséis años aunque me hayas dejado en ruinas. Siempre quise escribirte, aunque no de esta manera. Pero eso ya lo sabes. 


13 de octubre de 2013

13.10.2013


Cada uno cuando vuelve a casa se encuentra con su realidad. La mía no es muy diferente a la de ayer. Te echo de menos. El otoño ha llegado y parece que ni el frío que ha traído congela tanto como tu ausencia. Siempre pensé que eras la persona perfecta a la que escribirle pero no de esta manera. No se. Eras como las olas del mar en un día de bandera roja y yo era la idiota a la que le encantaba el agua. No pensaba renunciar a ti aunque me llevases mar adentro, aunque me ahogases. Ahora voy a la deriva en un océano de lágrimas. Yo que pensé que si alguna vez ocurría sería en el sudor de nuestros cuerpos, con Bruno Mars de fondo y las sábanas enredadas en nuestros pies. Ya no me gusta Bruno Mars, y las sábanas han pasado a ser mantas. Ya sabes, el frío. Es octubre y las hojas caen y yo con ellas, porque sí. Porque igual en el suelo me estabilizo o vienes y me recoges, yo que sé. Que me lleve el viento a donde quiera pero que no me deje aquí. Eras precioso y tenías esa clase de sonrisa que... Brillabas hasta en los momentos más oscuros y me hiciste brillar a mi, sin darte cuenta. Tu eras como las estrellas, lleno de luz, y yo como la luna, llena de golpes y ocultando siempre una parte de mi. Igual fue eso. O la cobardía. O las palabras. O los sueños. Quizás fue la sinceridad o la falta de conectores al narrar sentimientos. O fui yo y mis ilusiones y esperanzas de las que ya no hay ni rastro. Supongo que ahora todo sería más fácil, vacía digo. Pasaste como un huracán por mi vida y me absorbiste por completo. Ahora estoy en algún lugar desconocido, buscándome, y solo se que cuando me encuentre ya no seré la misma. Tuve que ver como salvabas a alguien mientras dejabas que yo me hundiera. Dime quien no cambiaría después de eso.


10 de octubre de 2013

10.10. 2013

No quería pasar página y es que me gustaba la historia aunque pensaba que el final quizás era demasiado trágico para algo que pudo llegar a ser tan bonito. Era una historia sin título, sin tema porque ninguno de los dos nos atrevimos a ponérselo. Y es que siempre fuimos cobardes. No quería pasar página porque a veces eso no significa ser feliz de nuevo, sino que van a haber cambios. Y no quería cambios. No quería más montañas rusas ni más laberintos sin salidas. Supongo que entre los dos yo siempre fui quien tuvo más miedo. Pero es que prefiero la tristeza que causa un corazón roto a la felicidad sin motivos que me hace sentir como una gilipollas. Igual lo fui. Gilipollas, digo. Igual callé más de lo que debía y hablé mas de lo que no debía. Al revés. Como siempre. Y se que si hablase contigo ahora tendría una de esas conversaciones de las que al día siguiente me arrepiento. Cuando no tienes nada que perder eres más sincero que nunca y mataría por ser sincera contigo una sola noche más. Pero no. Todo se acabó y tu te fuiste. Y nada volverá a ser como antes. Nos dejamos. Me dejaste. Con heridas y grietas por todos lados que gritan un derrumbe inminente. Y es que quizás tu eras el único pilar que en esos momentos me sostenía. 

29 de septiembre de 2013

Desde que no estás nada tiene orden ni sentido. Hay lágrimas y sonrisas a partes iguales, y heridas que se cubren con pintalabios rojo para pasar desapercibidas. La lluvia ahora solo me transmite tristeza porque me recuerda a mi. Porque es tan así como lo que siento o lo que me niego a sentir. Vivo entre tempestades y ahora no dispongo de tu cuerpo para que me cubra y solo siento que caigo y me inundo. En mi. Hay tanto de mi y tan poco de ti... que agobia. Y siento que tu certeza no me vendría mal. O tu jodida realidad. Yo que se. Tu no me vendrías mal. Sabes que me salvas o me hundes y odio que después de salvarme tres meses hayas decidido hundirme uno. Como para que no me acostumbre a la felicidad. Como si quisieras dejarme claro que tu no me la vas a dar. Que no quieres. Y que voy a hacerle yo.

24 de septiembre de 2013

Sesenta y un días.

Compartimos el mismo cielo. Esa es la única conclusión a la que he llegado y en vez de hacer que te sienta más cerca, solo hace que te sienta más lejos, menos mío. Nunca lo fuiste. Te puedo tocar con la yema de los dedos pero creo que si lo hiciese quemaría. Quemarías. Y el ciclo volvería a empezar. Como el pez que se muerde la cola. Como quien tropieza con la misma piedra una y mil veces. Nunca sentí que te tenía pero ahora siento que te he perdido. Para siempre. Y por si te interesa es la primera vez que lloro desde que me olvidaste. Supongo que aún quedaba algo de esperanza guardada no se dónde ni por qué, pero no te preocupes que ya no queda de eso. Necesitar 61 días para darse cuenta de la realidad solo aumenta la fuerza del golpe, las grietas se hacen un poco más profundas, nada importante. Quiero frío e invierno para sentir tu ausencia más que nunca. Y que en vez de quemar, hieles. Quiero lluvia y días grises para creer que al menos las nubes me entienden y que también se deshacen en lágrimas. Quiero tazas de café caliente para echarles la culpa de mi insomnio y que así no la tengas tu. Y nada de sueños. No si tu apareces en ellos. No te quiero tener solo a medias. Ya no te quiero tener.

13 de septiembre de 2013

13/09/2013

Quiero que duelas más que nunca y que tu recuerdo me queme. Quiero sentir dolor y no para torturarme, sino para sentir que estoy viva. No se. Todo ha cambiado en tan poco tiempo que me he quedado sin maniobras para que la tormenta no caiga de lleno sobre mi. Y ha caído. Y estoy completamente empapada, pero tu ya no estás ahí para secarme; ni para quererme. Dime que entiendes que no duela, dime que es normal que no sienta nada... porque se que mi corazón se está quebrando lentamente pero parece que lo tenga anestesiado. Y es de locos. Y quiero que sepas que no la odio ni pienso que quizás no te merezca. Que no son celos y que dudo que siga queriéndote ya que no duele como debería doler, pero siempre pensé que merecías lo mejor y ahora tengo miedo de que lo hayas encontrado. Y ya van siete días intentando olvidarte, 168 horas intentando no pensar en ti, 10.080 minutos tratando de ignorar todo lo que haces y 604.800 segundos fallando en el intento. Pero podré con esto, supongo. Solo necesito tiempo. Tiempo de soledad y lágrimas, de melancolía, nostalgia y recuerdos. Días grises de lluvia, paraguas, mantita y sofá. Días de lluvia y nubes negras, eso es todo lo que necesito.
Fdo. Una niña perdida.

11 de septiembre de 2013

Quizás debería contar los días...

Quizás debería contar los días que tardo en olvidarte o escribir algo cada vez que te recuerde. Cualquiera de las opciones serían buenas si no dolieran tanto. Llega el otoño con su melancolía y tu ausencia y caigo como una hoja desde tus brazos hasta el suelo mientras tu sostienes a otra bien fuerte. Supongo que brillaba más que yo ¿no? Silencio. Eso es lo que guardas. Y me desespero porque quiero entenderlo y entenderte pese a todas las consecuencias que conlleve, pero lo guardas. Y se me clava el recuerdo de tu voz lentamente en mi cabeza con cada palabras que no dices, con cada palabra que no escribes con esos dedos que imaginé que acariciaban mi cara aquella noche de agosto. Entonces tus brazos todavía estaban dispuestos a acogerme. Tus palabras todavía estaban dispuestas a calmarme. Y tu sentido del humor todavía era capaz de transformar lágrimas en sonrisas. Ahora más bien transforma mis sonrisas en lágrimas, pero no son suficientes, no como para sacarte de aquí dentro. Y es que sigues teniendo esa mala costumbre de irte de día y volver de noche, igual que los monstruos de debajo de la cama que los niños pequeños temen. La diferencia es que tu prefieres aparecer a mi lado y que yo daría lo que fuera por parar el tiempo y quedarme contigo. Pero eso nunca pasa y el sol vuelve a aparecer, más brillante que nunca, tanto que incluso parece un insulto. Y de nuevo te recuerdo y pienso en escribirte o en que quizás debería comenzar a contar los días que tardo en olvidarte, como dando por hecho que no me va a resultar tan fácil como a ti.


10 de septiembre de 2013

Perdóname por pensar que mereces a alguien mejor. A alguien, no se, que te escriba. Alguien que te quiera con el corazón y sin la cabeza, y no con otras partes de su cuerpo. Y siento hacer esto así, de esta forma y en este momento pero me pilló por sorpresa y dolió mas de lo que pensé que dolería. Intento imaginar lo que se siente al tener el corazón roto y no es porque no lo haya tenido antes, solo que después de los veintisiete días sin ti decidí que bloquear los sentimientos sería una elección inteligente. Y es que empecé a destruirme. O igual eran tus recuerdos los que me destruían. Tus palabras, no se. Ya da igual. No quiero que  ahora me recuerdes. Y odio querer que seas feliz con ella porque me siento como la mayor cobarde del mundo por dejarte escapar de nuevo, pero es que ya no se ni como hacer que te quedes. O como hacer que quieras quedarte, porque dudo que quieras. Ya sabes que nunca serví para esto pero estaba dispuesta a aprender o a que tu me enseñaras. Y no confundas esto con celos. Solo pensé que había dejado algo de huella en ti, poca pero la suficiente para que me recordases. Pero tranquilo, no importa. Ya nada importa.

2 de septiembre de 2013

Podría ser, pero no fue. No fuimos. Y ahora no soy.

Me hiciste creer. O yo creí. Incluso cuando quizás tu no creías. Y ahora duele o dueles, ya ni siquiera lo se. Tampoco me importa. Me quebré. Suena ridículo pero lo hice. Me cuesta hasta echarte las culpas pero es que no creo que las tengas. Igual me equivoco, suelo hacerlo a menudo, pero no quiero pensar en ello. Y es que todavía dueles o duele lo que sea que hayas dejado con vida ahí dentro. Y permíteme dudar que quede algo. Fuiste sutil y dulce y yo pensé que quizás podría ser, pero no fue. No fuimos. Y ahora no soy. Y me pierdo mientras te busco pero a la vez huyo de ti. Y me escondo en un rincón de la cama por las noches porque creo que así tu ausencia se nota menos, pero no, se nota igual. Se ha convertido en sinónimo de tortura que junto con la soledad y la melancolía que causas se clava dentro y... Amor no dejaste mucho pero dolor, dolor dejaste en cantidades industriales. Dime a mi como me deshago yo de él si ni siquiera me quedan fuerzas para echarte de menos o para desear que vuelvas. Solo el vacío demuestra que estuviste aunque ya no estés, y no sabes lo raro que me resulta no sentir nada cuando me hiciste sentirlo todo. Fuiste ese susurro de certeza y realidad con el que conciliaba el sueño cada noche y ahora es la ausencia de ese mismo la que alimenta mi insomnio recordando cada gota de oxigeno que se escapaba de tus labios. Y ahora duele o dueles, ya ni siquiera lo se. Tampoco me importa.


30 de agosto de 2013

Game over.

Duele. Duele pensar que quizás todo lo que pasa por mi cabeza es verdad. Y quema. Y las lágrimas más que lágrimas parecen ácido corriendo por mis mejillas. Tengo miedo. Esto me asusta. Me siento débil, pequeña, casi diminuta o incluso invisible. "Incluso" invisible porque se que no lo soy, pero el mundo prefiere actuar como si la realidad fuese otra. Y siento que nunca nada es suficiente. Nada. Que no importa lo que haga, que nunca seré suficiente buena en algo o simplemente suficiente buena para encajar en algún lugar. Hay algo que no va bien. Y solía pensar que igual el problema estaba en los demás pero no, el problema está dentro de mi. Y me estoy volviendo loca por encontrarlo y acabar con él pero solo parece que doy vueltas en círculos. Estoy cansada. Agotada en todos los sentidos. Perder la cabeza no tiene que ser muy diferente a esto. Y no hables de sufrimiento si no sabes lo que es ahogar gritos de impotencia en la almohada para que nadie vea que estás rota. O tragarse sollozos mientras intentas hacer que se callen todas esas voces de tu cabeza. Pero no paran, solo parecen decir las cosas con más fuerza; esa fuerza que te van quitando a ti con cada palabra. Y tampoco parecen rendirse nunca por mucho que tu ya hayas tirado la toalla.Y quiero. Quiero tirar la toalla y hundirme por completo y no solo a medias. Nunca me gustaron las cosas a medias. Quiero destrozarme y destruirme y así al menos tener una razón concreta para llorar. Porque odio hacerlo sin tener claro el motivo. Y odio odiar. Y odiarte. Y odiarme. Y no ser fuerte. Y no poder aguantar todo esto. Me rindo.  Haced todo lo que queráis conmigo. Habéis ganado. Yo he vuelto a perder.


21 de agosto de 2013

27 días.

A veces cierro los ojos y finjo que estoy bien. Es la única forma en la que consigo olvidarme de que no soy lo suficiente buena para nadie. Ni siquiera para mi misma. Te fuiste y te llevaste media parte de mi contigo y ahora el eco de mi voz me atormenta en las noches de soledad. Me esperaba una despedida menos silenciosa y ese quizás fue mi error, que me la esperaba. Pero es imposible creer que algo puede funcionar cuando ni siquiera crees en ti. Cada día que pasaba a tu lado una parte de mi cabeza pensaba que igual no era tan imposible, que igual esta vez si que era el momento perfecto, el lugar perfecto y la persona perfecta... pero me suelo equivocar y esta vez lo volví hacer. Te asustaste. Mostré demasiado mi verdadero yo y te faltó tiempo para salir corriendo. Lo tendría que haber sabido y no estaría odiándome por dejarte saber tanto. Te esperé. Esperé que volvieras, me convencí y pensé que solo te habías tomado unos días de descanso pero ya son veintisiete. Se dice pronto ¿no? Veintisiete días esperando saber algo de ti y lo único que se es que no me echas de menos.



2 de agosto de 2013

Podría...

Drama. Si, podría montar un drama de lo mucho que echo de menos hablar contigo. Podría escribir por ejemplo que las noches no son tan dulces desde que te fuiste, que el silencio me atormenta y que mi móvil ni siquiera parece sonar con la misma alegría con la que sonaba cuando eras tu quien estaba al otro lado. Podría decir que la luna ahora me recuerda a ti y que no soporto verla en mi habitación desde que no acompañas a mi soledad; o que mis inseguridades, esas que jamás entendiste, han crecido desde que te marchaste sin ni siquiera decir adiós. Podría contarle a todo el mundo que estoy fatal, que ya nada es lo mismo, que no le encuentro sentido a eso de sonreír si no es para que tu me sonrías de vuelta o que necesito unos brazos nuevos cada noche para que alejen el frío que tu dejaste en mis huesos. Que ni una taza de café caliente ni un buen libro alejan el dolor que alojaste en mi pecho y que no quiero abrir los ojos si no estás tu para intentar adivinar todos sus colores. Podría aislarme en la música que tu nunca entendiste, llorar hasta quedarme dormida y soñar con no despertar nunca, no si despertar conlleva estar veinticuatro horas más sin ti. Podría hacer todo eso o callarme, fingir que no me importa lo que hagas y aparentar que estoy perfectamente sin ti. Fumarme sonrisas hasta que sean menos amargas, beber lágrimas con vodka a tragos largos hasta que tu recuerdo desaparezca de mi cabeza. Y tu sonrisa. Y tus ojos. Podría bailar hasta dejar de sentir los pies y el peso de tus palabras al ritmo de cualquiera de esas canciones sin sentido que a todo el mundo gustan menos a mi. Llegar a casa con los tacones en la mano y dejarme caer en la cama riendo porque te he dejado en la calle y no pienso abrirte la puerta; y por la mañana sentir menos dolor al saber que yo fui la culpable de que te marcharas y que no fuiste tu quien decidió hacerlo de un día para otro, sin razones, sin motivos, y sin despedidas.

25 de junio de 2013

11:11

Supongo que lo de ser cobarde es algo con lo que tengo que vivir. Tengo miedo de cada cosa nueva que sucede porque se como soy, se como soy y se los errores que cometo... y siempre acabo tropezando con el mismo; sus ojos. Vuelvo a estar perdida y ahora no se si quiero encontrarme. ¿Debería? ¿Serviría de algo? Creo que ahora encontrarme solo serviría para perderme un poquito mas. Igual es eso lo que hago mal, igual no debería tratar de buscarme... igual estando perdida las cosas van mejor. No soy fácil de entender... ¿Como puedo esperar que alguien lo haga?

11 de mayo de 2013

Viernes, diez de mayo de dos mil trece.

Odio llorar hasta quedarme dormida. Mi inseguridad vuelve para desbordarme y yo no se que hacer para pararla. Es como una batalla que antes de que suceda ya doy por perdida. La experiencia me ha hecho ver que es mucho mas fuerte que yo, y ya ni siquiera me molesto en intentar vencerla. Haga lo que haga se que siempre va un paso delante de mi y no le importa parar en seco para que choque de frente con ella.
En días como hoy me siento pequeña y débil, vulnerable, demasiado dañada como para fingir que no le pasa nada. Esta es la parte mas oscura de mi y nadie la conoce. Me avergüenzo de ella, me avergüenzo de mi otro yo. Si lo sacase a la luz se que no encajaría en esta sociedad, se que hasta mis propios amigos, incluso los mas cercanos desaparecerían... Me mata no poder contarle mis problemas a nadie porque se que no me entenderían, ni siquiera se esforzarían por entenderme. Soy tan diferente, rara. No quiero muestras de cariño por pena, no quiero que la gente me abra sus brazos solo cuando me vean apartada... no quiero que sientan lástima por mi, ya siento yo suficiente por mi misma. Tengo que empezar a hacer cosas diferentes si quiero obtener resultados distintos pero los cambios me dan miedo. Dejo mucho que desear.

10 de marzo de 2013

Cobarde.

Lo nuestro sería una buena historia ¿sabes? De esas que empiezan mal diferente, de las que se saltan el típico "Había una vez" y comienzan directamente con un "De repente". En momentos así me doy cuenta de mis errores y es que soy de las que dan demasiada importancia a las pequeñas cosas. No te conozco. No me conoces. A penas hemos intercambiado unas palabras y aquí estoy escribiendo(te). Lo necesitaba. Hace tiempo que las palabras no fluyen en el papel como lo solían hacer. Hace tiempo que perdí la inspiración pero tú la has traído contigo. No tiene sentido hacer esto. No tiene sentido escribirte y me siento como una tonta y una idiota esclava de sus sueños. Nada tiene sentido desde que se fue o desde que yo decidí poner tierra de por medio. La culpa vuelve a ser mía, de nuevo, como siempre... Si no iba a tenerle y preferí olvidarle y lo conseguí, pero no contaba con el hecho de que dejaría un hueco en el corazón. Se llevó la inspiración consigo y cualquier persona nueva que aparece es como un falso espejismo que me hace creer que me traerá esas letras y esas historias que merecen ser contadas en algún lugar, pero son solo eso... espejismos. Y me engaño a mi misma y siento inútil. Y probablemente lo sea junto con lo de cobarde, que en vez de luchar por él le dejé camino libre a cualquier otra.

23 de febrero de 2013

Sentir que te decepcionan, que te fallan. Sentir que a nadie le importa hacerlo pero que si tu alguna vez lo haces te criticarían mas que nunca. Sentir que estás sola en esto. En este trayecto rápido o lento. En esta vida. Sentir que solo puedes contar con los que siempre estuvieron ahí, la familia, y sentir también que no entenderían tus problemas. Callar. Callar y tragarse el dolor, las lágrimas amargas. Y aguantar. Aguantar hasta que estos tiempos cambien, o acaben para siempre. Luego dirán que has cambiado, que ya no estás igual, que eres diferente a la de antes... pero no serán capaces de darse cuenta de que ellos han sido los que han provocado eso. Solo espero que me brinden otro cielo azul, otro momento y otro lugar que me impidan cambiar. Porque se quien soy, de momento, y estoy contenta con ello... pero temo perderme a mi misma como esto siga así.